DESPEÑADERO
Todo se desvanece como el sonido azul
de un avión que se aleja, desfalleciente,
hasta no ser sino un punto,
índigo o blanco, negro o gris,
mas sin contraste, ahíto de espacio,
anegado de vacío.
Arribar a puerto cuando el barco se ha ido
y las amarras rotas golpeando, desvanecidas,
sobre el muelle de roca
atadas a puerto como las algas
sobre el muelle de roca.
Arder como un quinqué a mediodía,
brillar como una estrella
huyendo para buscarse
tras un cielo nublado,
fuera de sí misma.
¿Quién es quién?
¿Cuál eres tú?
¿Cuál soy yo?
Las espadas hieren el aire.
El aire no silba.
Tampoco se expande el metal.
No reverbera al caer, vencido,
sobre el muelle de roca
sobre el muelle de roca.
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