MANHATTAN HABLA AL CEMENTERIO
DE LA CATEDRAL DE SAN PABLO
Caccianli i ciel per non esser men belli,
né lo profundo inferno li riceve [...]
Questi non hanno speranza di morte,
e la lor cieca vita è tanto bassa,
che ´invidiosi son d’ogne altra sorte.
Fama di loro il mondo esser non lassa;
Dante Alighieri, Inferno, Canto III.
Muertos del agónico 1700:
¿Qué oscuro misterio ha borrado los nombres de sus lápidas?
¿Qué rencoroso anatema ha trocado las gotas de lluvia por besos marchitos de hollín?
¿Dónde el viento que arranca letanías a los árboles de cementerio?
¿Quiénes son los ladrones que hurtaron el manto inexpugnable del sol?
¿Dónde ha quedado la luz que levanta las flores sobre el pecho de los muertos?
Ennegrecidas, desgastadas piedras
sobre un terrón de hierba enferma:
Debajo, por corroídos túneles
gritan gusanos de hierro
arañando sus espaldas.
Por laberintos de hormigón y vidrio negro,
al fondo de aquel callejón,
la brisa marina se confunde y se suicida;
y a lo lejos, aúlla diluida una sirena,
buscando el cadáver ahogado del horizonte
bajo las grises aguas del río Hudson.
En esta catedral sin velas,
en esta catedral sin fieles,
no hay rezos ni palomas que se eleven a la luz,
no hay gatos o mendigos merodeando sus paredes.
Destino errado en mi cuerpo de acero,
falsa sepultura sin descanso,
ni sagrado ni infernal,
campo anónimo a la sombra bípeda del Centro de Comercio
víctimas del indiferente ajetreo mundano,
sin paz ni sufrimiento,
¡retuérzanse, muertos del 1700!
César Guerrero Arellano (1978)
Apuntes del subsuelo, Ed. Urdimbre, México, 2005 (2ª), pp. 37-38.
ISBN: 968-5601-20-8
St. Paul's Chapel Cemetery (1884) |
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