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"Paisaje desértico" (poema)

 

PAISAJE DESÉRTICO


Sentado sobre mi sepultura

escucho el murmullo de mis huesos.


Mi vista se empolva con la fineza granulada del sepia;

mis labios se ahuecan como una caverna milenaria.

Rastro y rostro se confunden con las grietas en el suelo;

las manos y los pies se me van desmoronando como barro.


Miro las montañas que se evaden a lo lejos,

planas e inexpresivas como el horizonte,

y sé que ocultan el presentimiento del vacío.

Resguardado en el valle del silencio 

siento desaparecer las huellas

de mis conatos de huida a ningún sitio;

tras el soplo reservado de mi ausencia,

decido expulsar al tiempo y me detengo.


Aquí sigo, en el centro mismo del silencio,

como montículo metamorfoseándose en roca

bajo la pureza quintaesenciada y aplastante del azul cobalto;

con su ubicua y circundante luz que a la sombra somete,

quemada ya de toda superficie sin relieve.

Palpo mientras tanto el golpe seco y sordo de mis huesos,

traduciendo silenciosamente en clave

esa irreverencia suya 

al destino ingrato de no ser mas que un recuerdo.


Creo que sueño, sin saberlo, 

un tono sangre regresando a fecundarme la existencia

montado sobre las alas ligeras del alba, que se extienden

desde ojos que me miran y me tientan mirándome,

con un casi seguro desengaño confirmándose al paso de los días.


Pero tengo atoradas las coyunturas del yunque y el martillo,

ahíta la resonancia tensa de los tímpanos,

callosas de silencio las yemas de mis dedos,

plagados el gusto y el olfato con la textura insípida del agua seca,

y, por si fuera poco, insensibles al espectro las retinas.


Mis huesos presienten el rojo a partir del negro de su entierro, 

desde la óptica del perro muerto.


Y así, desdoblado por la dudosa muerte de mis almas

e inconsistente como el polvo sin aliento, 


quedo inmóvil.



César Guerrero Arellano (1978)
Apuntes del subsuelo, Ed. Urdimbre, México, 2005 (2ª), pp. 31-32.
ISBN: 968-5601-20-8





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